jueves, 17 de marzo de 2011

El hijo del herrador, literatura de guerrillas

     La Granja, Aranda de Duero, Covarrubias, Ayllón, Maderuelo, Atapuerca, Sos del rey Católico, Sepúlveda, Gumiel de Izán, Azuqueca de Henares, Buitrago de Lozoya, Iscar, Carrión de los Condes, Madrigal de las Altas Torres, Medina del Campo, Miranda de Ebro… estos son algunos de los pueblos en que durante muchos fines de semana del verano y no pocos en otras épocas del año, hemos montado nuestro puestecillo para vender, a quien lo deseara, la novela “El hijo del herrador”

      Cuántas anécdotas, cuántas vivencias, cuántas horas de carretera, de calor inmenso en las secas tardes de verano, de frío, de tedio, de animadas y enriquecedoras charlas… cuánta gente buena, culta, trabajadora y simpática hemos conocido, cuántos amigos hemos hecho en el camino… muchos de ellos leéis a menudo este blog, otros, compañeros de fatigas, vendedores en los mercados medievales, los encontramos de nuevo en alguna feria medieval, en algún pueblo de esta vieja, exhausta y desmoralizada piel de toro.

      En Azuqueca, con el compañero de al lado, nos divertimos y salimos del invernal frío que nos acechaba parafraseando versos del Tenorio. En Atapuerca… ¡Qué calor pasamos en Atapuerca! Y digo pasamos, digo hemos, porque en todos estos mercados, en todos esos madrugones para montar “el chiringuito” (a veces a más de 500 Km. de casa) me ha acompañado quien es mi compañía, mi lado bueno o como canta Mago de Oz, la otra mitad de mí: Lore, mi princesa del Nilo, mis ojos verdes…  En los mercados nos hemos divertido, nos hemos mojado, nos hemos agotado, nos hemos aburrido, nos hemos muerto de risa, nos hemos asombrado… Aquí la tenéis (lo de la camisa de la selección es porque era el día del crucial España-Chile del mundial):


       En Ayllón el bueno de Víctor nos invitó a cordero, así “by the face”, en Arbancón nos invitaron a Caldereta, en Azuqueca disfrutamos de la hospitalidad de Jose y Gema, en Medina y Cigales, de la de Alejandro y Mariluz (gracias chicos) y Elías un mercader de juguetes artesanos que conocí en Alba de Tormes, nos invitó tiempo después a su propia casa en Tafalla a una deliciosa menestra.

     Aunque más calor que en Atapuerca, pasamos en Talavera de la Reina ¡¡¡¡Qué calor!!! ¡¡45ºC!! ¡¡casi na!! Nadie en la calle y nadie en el mercado. En el otro lado, en el frío Marzo de Aranda hicimos una “capota” para el puestecillo y ¡Hala! A chupar agua… con libros debajo, en Sepúlveda el intenso granizo (en Julio…) nos hizo recoger a toda prisa y salir pitando de allí, otras veces como en Buitrago, el viento hojeaba a lo bestia los libros, volaba tenderetes y si no es por la ayuda de los compis que teníamos al lado, Miguel y Pilar, la lluvia de después nos habría hecho polvo. En Iscar, a la compañera de al lado, el airón la voló, literalmente, el tenderete. Le recogimos y le atamos con cinta americana a un palo de la luz J J

     Otra muy buena fue cuando dos señoras mayores se quedaron mirando los libros del puesto, nos preguntaron el precio. –¡Anda es barato! –Dijo una de ellas. –Hombre, barato es –dijo la otra –pero luego, a ver dónde lo pones… Y otra señora mayor, pero diferente, fue en Carrión de los Condes: Belén, qué habrá sido de ella… Se arrimó al puestecillo y hojeó el libro con curiosidad. Con exquisita educación, me dijo que le encantaba leer y le encantaba la historia, a continuación me sometió a un examen de historia de Castilla del cual salí, afortunadamente, airoso. Eso la convenció de que el libro iba en serio, que estaba bien documentado y se lo llevó. Al día siguiente volvió diciendo que estaba enganchada, e incluso ella, allí, delante de nosotros, se lo vendió a gente que conocía. Lo malo de aquel mercado fue que estaba junto al río y al atardecer y por las noches unos mosquitos asesinos que por allí fincaban, nos pusieron tibios, pero tibios.

     En Aranda apareció el gran Ramón, con su simpatía, con su naturalidad, con su arrollador entusiasmo, un Arandino de Nueva York, un español por el mundo y nos abrió los ojos a este lío del Internet. Ramón es un “tío de pueblo” como él dice, que comunica ánimo, que da sin esperar nada a cambio. -Los que han venido antes que yo – me dijo -me han ayudado, de modo que yo si puedo ayudar en algo lo hago de mil amores.
    No nos conocíamos de nada, era una persona más de las muchas que se acercan a nuestro puestecillo, ahora puedo decir con satisfacción que es mi amigo. Sin él nunca habría comenzado este blog, él me dio la idea, pero sobre todo nos transmitió una… energía… difícil de explicar, como la que me envía el amigo Jesús con sus palabras, con su música desde Sestao. Amigos que hemos hecho gracias a un libro.

     Todo lo anterior y otras cosas más, en fin, son el otro lado de un mercado medieval, el que vosotros que paseáis entre sus puestos no veis. Para nosotros, para mí, cada feria medieval es una particular batalla más, por dar a conocer mi libro en el duro mundo de la literatura, dominado como otros campos de la vida, por los poderosos, una pequeña del humilde caballero contra el poderoso dragón. En cada mercado llevamos a cabo nuestra particular literatura de guerrillas en la que la victoria llega… y llega, en forma de un mail de agradecimiento de parte de algún lector que ha disfrutado de la obra, en forma de una sonrisa, de un apretón de manos cuando al año siguiente, volvemos a un mismo pueblo y se acerca la gente a nuestro quiosquillo a darnos las gracias por haberles hecho disfrutar, a preguntar si hay otra segunda obra… Para todos ellos, para todos vosotros los que nos transmitís tanta felicidad, tanta fuerza, tanto ánimo ¡¡¡muchas gracias!!! Y tened paciencia, el segundo libro está al caer, las guerrillas, los guerrilleros nunca han ganado una guerra (bueno, quizás Vietnam) pero si por algo se  caracterizan es por no rendirse…Nunca.


jueves, 3 de marzo de 2011

Curiosidades de Segovia II

Tras unos días de vacío, volvemos al ataque con un par de cosas curiosas que seguro llamarán vuestra atención. Vamos con la primera de ellas:

La singularidad de los tejados segovianos
Nosotros, estamos acostumbrados a ver nuestros tejados, pero una de las cosas que llama la atención de los visitantes a cualquier pueblo de nuestra provincia, y obviamente a la gran capital, es que “a los tejados les faltan la mitad de las tejas” y no se pueden creer que no tengamos goteras… en los tejados. La realidad, no es que a nuestros tejados les falten, si no, simplemente que al resto de tejados del mundo mundial les sobran J J J.
Si por si acaso no habéis reparado en esto o nunca os lo habéis preguntado, comenzaré por el principio. En primer lugar estamos hablando de tejados de teja árabe. La de siempre la que tenemos todos en mente cuando pensamos en una teja. Nada de pizarra, ni tejas planas, ni las modernas de anclaje. Todos los tejados del mundo (salvo los nuestros) se han construido como veis en el esquema de abajo, con tejas dispuestas en canal para que corra el agua por ellas y otras que se llaman tapa o cobija que cubren a las canales impidiendo que entren en ella el agua, o las aves (que hacen sus nidos y a la larga son también fuente de goteras).
Aquí os dejo también una foto de un tejado para que lo veáis.
Vamos ahora con el tejado segoviano: Entre nuestros antepasados había, como en todos los sitios, gente que pensaba y mucho, que de su necesidad hacían virtud y a alguien se le ocurriría hacer un tejado con la mitad del consumo de tejas. ¿Cómo? Pues en vez de poner juntas las canales, dando la vuelta a la teja cobija y que esta se junte con la canal e impida el paso del agua. Aquí va un dibujo, malísimo por cierto… lo siento lo mío no es el dibujo.
Como veis se pone una teja, “de la parte ancha a la parte estrecha” y la siguiente al revés.  Así, las tejas cierran casi a la perfección. Os digo que casi a la perfección porque cuando estás haciendo un tejado, no todas las tejas son exacta y completamente iguales, no todas vienen bien para hacer la hilada, si hay alguna que no te “casa” bien, la dejas y coges otra, ya te casará después. Cada hilada es de tejas más o menos iguales, de otro modo dejan lo que llamamos cejas o aguavientos, lugares por donde se puede meter el agua o los pájaros. En los tejados bien hechos solo se meten las avispas, muy molestas por cierto cuando hay que subir cada x años a limpiarlos de musgo, verdín y hacer el normal mantenimiento. Aquí os dejo una foto de un tejado segoviano.

Veréis que de vez en cuando sí aparece una hilada de teja doble o cobija. Como os indicaba antes las tejas no son absolutamente iguales y a veces te vas abriendo o cerrando con las hiladas y para ir siempre perpendicular y que el tejado esté bien hecho, hay que meter de vez en cuando una doble.
Las tejas antes se ponían con barro y preferiblemente con barro arcilloso que al endurecerse, se hace impermeable eliminando así por completo la posibilidad de goteras. Ahora se ponen con cemento y onduline y tampoco hay goteras
Pero la peculiaridad de los tejados segovianos no solo es el ahorro de material, si no también, que su forma hace que cuando nieva en invierno las tejas cortan la nieve, favoreciendo que esta se quite antes y elimine el peso que ella supone.
Ahora os voy a explicar porqué las tejas no son todas exactamente iguales. Tejero no solo es un tío con bigote que en su inconsciencia la pudo armar gordísima, ese apellido viene obviamente del gremio que se ganaba la vida haciendo tejas. ¿Por qué las tejas árabes tienen esa forma y no otra? Supongo que estaréis sentados leyendo esto, bien, retiraos un poco de la mesa y miraos el muslo de la pierna, desde la rodilla a la cadera… ¿qué veis? El molde perfecto para una teja ¿verdad? Pues sí. Así se hacían en la edad media las primeras tejas. Los primeros tejeros, que los habría de todo tamaño, las hacían usando sus propios muslos como molde. Luego hicieron moldes de madera y al ser barro, deformarse un poco y después cocer las tejas son casi, casi iguales pero no idénticas.


Segovia vs París
Hoy podemos contemplar la belleza de Segovia gracias a la nobleza y valentía de la ciudad de Medina del Campo y como de bien nacidos es ser agradecidos yo quiero recordar este heroico hecho de nuestros vecinos medineneses, que salvaron nuestra ciudad de la destrucción.
Es conocido que buena parte de Castilla se sublevó contra Carlos I. Segovia fue de las primeras villas en hacerlo. Los imperiales comenzaron el asedio a Segovia y en ayuda de la ciudad rebelde llegó ayuda de otras villas castellanas como Toledo y Madrid. Reforzada la ciudad, los imperiales necesitaban más medios para apoderarse de Segovia por lo que fueron a Medina para coger allí las piezas de artillería con las que doblegar Segovia. Los de Medina conocedores que esas piezas eran para bombardear Segovia se negaron y entonces Antonio de Fonseca, al mando de los imperiales, mandó prender fuego a Medina, por aquellos entonces una de las más poderosas y pujantes ciudades de Castilla.

Os dejo las hermosas palabras que dejaron escritas los segovianos cuando se enteraron de la quema de Medina:

Carta del concejo de Segovia 1520:
Ayer jueves, que se contaron 23 del presente mes de agosto, supimos lo que no quisiéramos saber y hemos oído lo que no quisiéramos oír. Conviene a saber que Antonio de Fonseca, ha quemado toda esa muy leal villa de Medina. También sabemos que no fue otra la ocasión de su quema, si no porque no quiso dar la artillería para destruir a Segovia.
Dios Nuestro Señor nos sea testigo, que si quemaron de esa villa las casas, a nosotros abrasaron las entrañas, y que quisiéremos más perder las vidas que no se pedieran tantas haciendas, pero tened señores por cierto, que pues Medina se perdió por Segovia, o de Segovia no quedará memoria, o Segovia vengará la injuria de Medina
Hemos sido informados que peleasteis contra Fonseca, no como mercaderes, sino como capitanes y desde aquí decimos, y a la ley de cristianos juramos, y por esta escritura prometemos, que todos nosotros por cada uno de vosotros, ponemos las haciendas e aventuraremos las vidas y lo que menos es de todos los vecinos de Medina libremente se aprovechen de los pinares de Segovia, cortando para hacer sus casas de madera y si fuese necesario, nosotros enviaremos más gente al campo, y socorreremos con más dineros, porque gran poquedad sería de Segovia, y no pequeña afrenta a Medina, que no se llegase a cabo esta, tan justa guerra.

La quema de Medina supuso la sublevación total del resto de Castilla contra el emperador Carlos I. El desenlace conocido, derrota de Castilla, pero honor eterno para los comuneros.

Como la historia se repite, otra ciudad muchos años después pudo ser completamente arrasada y no lo fue. Gracias a ello hoy la podemos contemplar en todo su esplendor: París.
A finales de la segunda guerra mundial, con el ejército nazi ya afortunadamente derrotado, el loco de Hitler ordenó el arrasar la ciudad y dejarla reducida a escombros. Dietrich von Choltitz, general alemán al mando en la capital francesa y enamorado de ella, le echó un par y se negó (para fortuna de las siguientes generaciones) a cumplir las órdenes de su “jefe”
A finales del siglo XX, o sea hace unos poquejos años (yo curraba entonces en Francia) se suscitó un gran debate en París al proponer un grupo de personas levantar una estatua al hombre que había salvado París. Decidieron, que salvador o no de la ciudad era al mismo tiempo su ocupante, una humillación que los franceses no olvidan. Finalmente ni siquiera una placa recuerda aquel hecho.

Bueno de momento estas cositas. En unos pocos días subiré más cosas curiosas que estoy preparando.
Saluditos.